En las tres décadas cambió la composición demográfica, aumentó la inmigración y varió la autoidentificación indígena. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Las preferencias religiosas muestran una caída constante a lo largo de las décadas, con un ascenso equivalente en quienes no manifiestan una fe. Durante el período se han conocido numerosos escándalos de abusos por parte de sacerdotes católicos.
La integración social se ha fortalecido con iniciativas específicas a lo largo de los años, pero el tipo de hogar se ha desplazado a familias cada vez menos encabezadas por padre y madre.
La legislación chilena plantea que la edad legal de jubilación de mujeres es a los 60 años, y de los hombres, a los 65 años.
El crecimiento de la población se ha ralentizado, pero las políticas públicas que promueven la fertilidad y el influjo de migrantes pueden aportar en el crédito demográfico.
Las demandas de las comunidades indígenas se politizaron y tuvieron un punto alto en la Convención Constitucional.
Los cambios culturales toman décadas en materializarse. Aunque hubo una caída en el número de matrimonios, su revalorización en la última década..
Los inmigrantes contribuyen con un nuevo acervo cultural, con dinamismo económico y con cambios laborales, pero su ascenso en 3 décadas obliga a políticas públicas que promuevan su adaptación a Chile.
El desarrollo de las regiones ha tomado mayor impulso con el avance de la infraestructura pública y la movilidad de las personas.